Hola, hace tiempo que quiero escribirte. Pero ya voy siendo nada comparado con el de antes: que los bucles son más ensortijados, la abulia es continua y la apatía es quien marca mis noches, y los días.
Que la desgana es la que me levanta, la que me viste y me acuesta (el que no salga de la cama, es cosa mía).
Hey, que hace tiempo, que me hubiera gustado el poder tener fuerzas para... para poder cambiar mi suerte. El poder narrar que se sale, que estar presente cuesta lo que vale; con su coraje, sus agallas y sus cesiones (a su cabeza, para que calle y no grite lo que el corazón tampoco puede).
Hola, hace tiempo que pienso en escribirte. Por curiosidad, la otra noche soñé contigo.
¿De verdad que no entienden por qué no duermo? Esos son los motivos (excusas) por los cuales entra el amarguillo.
---"Adiós", en la estación de autobús.---
Pero ya ves, soy un caso perdido. Sigo lamentando el que no puedo escribirte en vez de lamentar que no vivo.
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