No soporto el no verte siempre,
no soporto el no poder abrazarte ahora.
Y me conformo con escuchar
tu voz desde la distancia,
adormecida y apagada, por el sueño
que has perdido en tantas noches
por mi.
Buongiorno principessa.
Pienso cada instante en la historia
de nuestra vida,
tramo planes absurdos
para el futuro.
Y quiero cumplirlos
contigo a mi lado.
¡Buongiorno principessa!
Me horrorizo al pensar
que ahora tus labios, quizás
sean para otro hombre,
en este preciso instante
en el que yo me recreo
en mi imaginación,
evocándote en toda
visión, en todas las palabras,
en todas las hojas,
en todas las canciones.
Buongiorno principessa.
Te veo en cada gota de lluvia,
y reflejada en cada rayo de luz
de aquel gran astro, el Sol,
al cual tú haces sombra.
La mia principessa…
La que deseo que sea mía,
y la que veo lejana
cuando estoy con ella
a una nariz de distancia,
yaciendo sobre una cama,
o un descampado,
o donde nos plazca,
el mundo, realmente es nuestro.
Bella principessa.
Me haces sonreír tanto,
que al mirarme al espejo
veo a un estúpido loco
que parece que se ríe de la vida.
Y realmente lo hago
cuando beso tu cuerpo,
tu cuerpo que se deja
ver tímidamente
detrás de ese batín.
Rojo.
Buongiorno, buongiorno principessa.
Me encanta que me recibas
con un abrazo y un beso,
un beso solamente
en la mejilla izquierda.
Y es que no soporto
que aun no seas mía,
que te vea desde la distancia,
y que los besos,
sean solamente besos.
Ciao bella, ciao bella principessa,
que yo te recuerdo
incluso cuando olvido,
que beso volutas de humo
anhelando tus labios.
Que acaricio el viento
pensando que es tu vientre,
Que muero cuando sangro.
Y contigo renazco,
susurrando:
“buongiorno principessa”.
Que estaba loco
y por ti,
estoy cuerdo.