Se lidió gran batalla
entre las sábanas y mantas de tu cama-
Fue una noche dura y más fría que dura,
y más dura que fría.
Anduvimos no con prisa
decenas de kilómetros.
Mi cabeza no se acuerda
ni de cuántos ni por dónde,
pero pregunten a mis pies,
que aun tiemblan al recordar
las estepas alcalaínas.
Combatí monstruosos bichos verdes,
que emanaban un humo espero y
blanquecino, que atontaba al inhalarlo,
siendo medicina, un buen trago de ginebra.
Andamos, andamos mucho,
parando en alguna morada
para deleitar con mis poesías.
Andamos y desanduvimos.
Y temblamos. Y temí abrazarte
para entrar en calor.
Tenía miedo de empezar
a quererte y desearte.
Vi cómo caballeros de más
prestigio que yo te conquistaban.
Yo, simplemente me limitaba
a reír y mirar hacia otro lugar,
y robarte estratégicamente
alguna que otra mirada,
dándote a cambio una incómoda sonrisa.
Llegamos a nuestro destino,
no sin antes rezar y reflexionar
sobre ese puente encima del férreo río
que atraviesa la ciudad,
un puente atrapagatos,
un puente poco transitado
a las tres de la madrugada.
Un puente frío y tenebroso.
(menos mal que alumbraba la luna)
Al llegar a nuestro destino
reponemos fuerzas, comemos algo,
y duermes.
Duerme princesa, que mañana
empieza la batalla.
10:01
Qué placer da el luchar.

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